Eres grande Sánchez Chapela.Hermoso romance.Enhorabuena y junto a ella,mi sincera admiración.
Romance de la puerta abandonada
Y me salvaron la vida
y me partieron el alma,
Y lo que nunca esperara
sucedió aquella jornada
en que sonaron trompetas
al despuntar la mañana,
sonidos de apocalipsis
producidos por cien mazas;
y derrumbaron mis muros
y mis techos desplomaran,
y convirtieron en polvo
lo que Rodrigo creara.
Aquellos muros eternos
que el Guadalquivir besara,
aquellas rejas forjadas
en las fraguas sevillanas,
columnas de mármol blanco
que a una fuente cortejaban,
maderas de cedros viejos,
cerámicas de Triana,
la ciencia de tres milenios
que en mis clases se enseñara.
Todo ello fue abatido
en una negra mañana
para permitir, decían,
que Sevilla progresara.
Solo salvaron el templo
donde a la virgen se oraba,
y esta puerta, ¡Vive Dios!,
que también fuera indultada,
fue desterrada al momento
como si peste portara.
Y me llevaron en carros
al compás de Santa Clara,
y me clavaron mil hierros
y mis piedras ultrajaran,
y borraron mi existencia,
y entre zarzas me dejaran,
como polvo del camino,
como ruina amortajada.
¿A quién le importa esta puerta
por la que tantos pasaran?:
estudiantes de Sevilla
que en mis clases graduaran,
que aprendieran los romances
de los infantes de Lara,
y el idioma de Virgilio
y de Homero, la Ilíada,
discursos de Cicerón,
teólogos de Salamanca,
gramática de Nebrija
y de Galeno enseñanzas;
y estudiaron el derecho
que los romanos dejaran,
y los versos de Quevedo
de Garcilaso y Petrarca;
leyeron a Plinio el Viejo
y de Séneca sus cartas.
Colegiales de Castilla,
Con toga y beca morada,
manteístas de Sevilla
que por mis aulas pasaran
que ora tomaban la pluma,
ora tocaban guitarras.
Hoy me acuerdo de las puertas
de Alcalá y de Salamanca:
son mis hermanas queridas
hermosas y afortunadas:
ellas reciben laureles,
y a mí me niegan el habla.
Y aquí me encuentro, señores,
en Santa Clara olvidada,
hasta que la voz del pueblo
se levante y diga ¡Basta!,
que hasta aquí hemos llegado,
que la cultura es sagrada,
y que pongan estas piedras
donde su historial reclama:
en la Puerta de Jerez,
entre Sevilla y Triana,
para que todos recuerden
a la que fue la primera
Universidad abierta
en la gran ciudad Mariana.
Estos sueños yo he tenido
por no perder la esperanza,
y los que digan que miento,
o que las piedras no parlan,
o que no sienten dolores
ni lloran desconsoladas,
que se acerquen por Sevilla,
¡que vengan a Santa Clara!
y que escuchen mis lamentos
desde el ocaso hasta el alba.
…y me salvaron la vida,
y me partieron el alma…
José Manuel Sánchez Chapela
Nov 2019