El atardecer es rojo

 

El atardecer es rojo

 

 

El atardecer es rojo, de un rojo que no es pasión,

el atardecer es bello, bello por lo que vivió,

el atardecer es frio, aunque el frio aún no llegó.

El atardecer es lento, mirada hacia el interior.

 

Cuando el sol esta en lo alto te da alegría y calor,

su luz te daña los ojos con su brillo en explosión;

más cuando llega esa hora, cuando cambia de color,

cuando se tiñe de rojo, de un rojo que no es pasión,

ya puedes mirar al cielo, ya puedes retar al sol,

ya puedes pasar revista refugiado en un rincón.

 

Tercera etapa en tu sueño, el atardecer llegó,

las dos primeras se fueron, dejándote los recuerdos,

dejándote con las fotos, dejándote con los muertos,

dejándote a la deriva esperando ya el momento;

por eso miras adentro, por eso miras al cielo,

por eso miras de cara, por eso vas a su encuentro.

 

El atardecer es lento, lento como un caracol.

Ya no tienes tantas fuerzas, tantas ganas, ni ilusión;

el día se va agotando, a poniente se enfiló,

parece que paró el viento, ahora hay calma, hay sopor,

buen momento de sentarse y de hablarse con tu yo,

de pensar en lo vivido, de saber qué hay de valor.

 

 

Solo una vez en el día, el cielo da ese color:

rojo de cosas vividas, rojo que no es de pasión.

Intentas parar el tiempo, retener esa ilusión

de ser dueño del destino, de poder frenar el sol,

de volver hacia el pasado y de entrar en erupción,

pero el rojo de los cielos jamás a verde volvió.

 

El atardecer es bello, el invierno aun no llegó,

y aunque asome allá a lo lejos el negro de perdición

aún no ha caído la tarde, aún no es tiempo del adiós.

El cielo aún está rojo, de un rojo que no es pasión.

 

 

 

José Manuel Sánchez Chapela

Dic. 2016